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Lic. Douglas Dillon
@larutadelsolec Ballenita

Era el Galeón más grande de la flota y por ello la denominaban la Capitana, entre sus tesoros estaban las balas de cañon en su mayoria de hierro pero las de este galeon tenían la particularidad de ser de bronce para poder ser vendidas al llegar a su destino como material fino de fundición, la mayor parte del tesoro consistía en monedas y lingotes de plata y estaño que eran extraídas de las minas de Potosí en el Alto Perú ahora territorio de Bolivia y bajadas a lomo de mula hasta el puerto del Callao.
En el año 1654, en medio de una borrasca, el Galeón La Capitana zozobró después de estrellarse contra una columna de arrecifes frente a las costas ecuatorianas frente a la comunidad el Real justamente llamado así porque en sus playas siempre aparecían este tipo de monedas, su verdadero nombre era Jesús María de la Limpia Concepción y fue construida en los astilleros de Guayaquil, vale acotar que la mayor parte del naufragio fue rescatado inmediatamente por equipos enviados desde el Perú sin embargo algo quedo y en 1997 un equipo comandado por Rob Mcklung encuentra los restos e inicia el rescate de los mismos, hoy en día se pueden apreciar parte de las piezas en el museo del Cacao en la calle Panamá en la ciudad de Guayaquil o en el Museo Náutico de Farallon Dillon en Ballenita.

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La Ruta tradicional del Galeón la Capitana, salían del Callao a Panamá luego cruzaban el istmo al Atlántico y cruzaban el Atlántico hasta Europa.


Gracias al uso de tecnología moderna se logro encontrar los restos del tesoro.

Cientos de piezas de cerámica parte de los jarrones en los que transportaban los suministros.

La mayor parte del cargamento consistía de plata, pero también se encontraron unas pocas piezas de oro como esta cruz las cuales seguramente eran de uso de los marineros y oficiales.

Joel Ruth fue uno de los técnicos historiadores que ayudo a identificar las monedas y demás piezas.

La maqueta fue desarrollada por el hábil artesano Arturo Santander de Salinas.

Hoy en día muchas de las piezas se las pueden encontrar en el museo del Cacao en la calle Panamá en Guayaquil y en el Museo mirador del Farallon Dillon en Ballenita.

Rob McKlung fue el encargado de liderar el rescate junto con su equipo de especialistas.

El Capitán Dillon y su hijo Douglas Dillon fueron los encargados de apoyar en el tema logístico desde tierra.


La mayor parte de las monedas que se encontraron estaban en mal estado, pero algunas como la de la imagen aun conservaban parte de los detalles y justamente estaba optima, fue subastadas en los Estados Unidos por 20 mil usd.


La mayor parte de las monedas que se encontraron estaban en mal estado, pero algunas como la de la imagen aun conservaban parte de los detalles y justamente estaba optima, fue subastadas en los Estados Unidos por 20 mil usd.

La mayor parte de las balas de cañón eran de hierro sin embargo la de la Capitana eran de bronce para que si no tenían que utilizarla en el trayecto llegaban a Panamá y lo vendían como material de fundición, de esta manera optimizaban toda la carga.

Dentro de la carga se encontró gran cantidad de barras de plata con diferente forma como la circular que podemos ver en la imagen, las marcas en la superficie definían el fundidor y el propietario de la pieza.

Una vez hecho el hallazgo se montó la primera exposición en la galería museo del farallón Dillon, en la imagen consta el especialista en monedas Joel Ruth, la Licenciada Paola Gálvez en aquel entonces estudiante de turismo que cumplía las funciones de guía y el historiador John de Bry.

Rob durante los trayectos entre la playa y el bote explorador.

New World Legacy fue la embarcación acondicionada para desarrollar la búsqueda y rescate de los restos.

John de Bry fue un historiador y paleógrafo que se especializó en los manuscritos en español, francés e inglés de los años 1600 a 1800, desarrollo investigaciones interesantes que llevaron al encuentro de varios restos de galeones.

“Jhon De Bry was one of the greats. I worked for him for 4 years between 1989 and 1993 and he taught me cartography to map and manage wrecks and underwater excavations, how to find gold coins and through him and others from whom I learned conservation and geophysical surveying with remote sensing electronics”
By Joel Ruth

Rob Mcclung fue jefe de policía en Aspen Colorado antes de dedicarse a la búsqueda de tesoros alrededor del mundo.
Tobera utilizada con el bote de rescate la cual se usaba como blower o soplador y así remover el fondo marino y poder identificar las piezas.











En el fondo del mar, frente a las costas ecuatorianas, todo parece indicar que hay un tesoro valorado en 7.500 millones de dólares (más de un billón de pesetas). Allí están los restos del galeón español Jesús María de la Limpia Concepción, Capitana de los Mares del Sur . Era el más grande y poderoso de su época, se le conocía como La Capitana, y transportaba a España los valiosos tesoros que los conquistadores españoles extraían de los territorios americanos arrebatados a los indígenas para donárselos al rey.
Pero el 16 de octubre de 1654, en medio de una borrasca, La Capitana zozobró después de estrellarse contra una columna de arrecifes frente a las costas ecuatorianas, en el trayecto de Lima a Panamá. Según la leyenda, la nave iba cargada de oro. El capitán de la misma, Francisco de Sosa, sobrevivió y proporcionó la posición exacta del navío. Pero entonces no existían los medios adecuados para el rescate, y los tesoros han permanecido en el lecho del mar alimentando mitos y aventuras durante tres siglos, hasta nuestros días.
La fascinante historia de La Capitana siempre fue una leyenda en la península de Santa Elena, que la rentabilizaba como atractivo turístico para quienes llegaban a este lugar, situado en la provincia del Guayas. Pero hubo algunos que se tomaron en serio la recuperación del tesoro perdido. Y a principios de los noventa comenzaron a llegar a Ecuador grandes empresas extranjeras especializadas en el tema. Las leyes ecuatorianas permiten la concesión a compañías privadas de la búsqueda de tesoros en territorio nacional. Y en el caso de un hallazgo, el 50% es para el Estado y la otra mitad para los descubridores.
Desde que se supo que La Capitana hundida guardaba una posible fortuna, la historia se repite allí como una parodia: si los españoles buscaron Eldorado en América siglos atrás, los exploradores de fin de milenio descubren el tesoro que aquéllos perdieron como trofeo de su conquista.
La lucha por conseguir la adjudicación para el rescate comenzó el 12 de marzo. La compañía de rescates submarinos de Indias (COIND), que cuenta con personal de Noruega, Dinamarca y Suecia, se atribuyó el descubrimiento, y la noticia alcanzó repercusión mundial. Inmediatamente, La Capitana Invest, empresa noruega de la cual es filial el COIND, puso en la Bolsa acciones por valor de 10 millones de dólares (1.400 millones de pesetas) para financiar la recuperación de los restos. Pero, dos días después, la compañía SubAmérica Discoveries se atribuyó haber encontrado primero la nave. Su abogado en Ecuador , Javier Vivas, presentó un documento con fecha 20 de noviembre de 1996, en el que se notificaba al ministro de Defensa el hallazgo de La Capitana, y 86 piezas como prueba de ello. Por motivos de seguridad, el ministro había pedido mantener la noticia en secreto.
Tras una serie de disputas e intrigas y después de arreglar algunos detalles legales, SubAmérica Discoveries se adjudicó el rescate. Fragmentos de vasijas antiguas y una moneda de plata son las primeras evidencias del tesoro. Apenas 14 minutos se tomaron los buzos el jueves para descender a las profundidades del Pacífico y subir a la superficie cargados de material arqueológico en las primeras labores de recuperación a bordo del Explorer, un barco de avanzada tecnología.
Ante la inquietud de los curiosos y de los medios de comunicación nacionales y extranjeros, la mayor sorpresa no fue la facilidad y la rapidez con la que se extrajeron las primeras piezas, sino el hecho de que éstas estaban demasiado limpias. Según las experiencias de especialistas del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) en hallazgos bajo el mar, los objetos hallados en esas condiciones suelen presentar adheridas formaciones coralinas que requieren de una limpieza técnica especial.
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